Un millón de especies, amenazadas de extinción

Un millón de especies animales y vegetales de los ocho millones existentes están amenazadas de extinción. Podrían desaparecer en cuestión de décadas de no tomarse medidas contundentes y efectivas. Eso es lo que asegura el informe de la Plataforma Intergubernamental sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBES) que ha sido presentado en París. Define la situación de un “declive sin precedentes” y exige la toma de decisiones.

Una crisis sin precedentes en la historia de la humanidad. Así es como describe el IPBES la situación actual de nuestras especies animales y vegetales. El impacto no solo es medioambiental, también lo es económico, y pone en la encrucijada buena parte de las metas de desarrollo sostenible fijadas por Naciones Unidas. El tiempo es más importante que nunca y hay que tomar medidas urgentes.

¿La causa? Principalmente la acción del ser humano. El informe identifica y clasifica por vez primera los cinco impulsores de los cambios en la naturaleza con mayor impacto relativo global. El primero son cambios en el uso de la tierra y el mar: tres cuartas partes del medioambiente terrestre y alrededor del 66% del marino se han visto alterados, dicen, por la acción humana. Le sigue la explotación de organismos, con cifras imponentes como la del 33% de los recursos pesqueros marinos, que eran explotados a niveles insostenibles en 2015. En tercera posición está el ya archiconocido cambio climático, y es que las emisiones de gas de efecto invernadero se han duplicado desde 1980. Este hecho ha incrementado de manera global la temperatura en al menos 0,7 grados centígrados. Otro de los factores es la contaminación, sobrevenida por la polución plástica, que se ha multiplicado por diez desde 1980. Para concluir, el informe señala la llegada de las especies foráneas invasoras, que han aumentado un 70% desde 1970 en al menos 21 países.

“La esencial e interconectada red de vida en la Tierra se retrae y cada vez está más desgastada”, ha explicado Josef Settele, uno de los autores de esta investigación. “Esa pérdida es la consecuencia directa de la actividad humana y constituye una amenaza para el bienestar humano en todas las regiones del mundo”. Sin embargo, este no es el único documento de alerta que hemos podido ver en los últimos años, pero sí quizás el más determinante. Ha sido desarrollado durante los últimos tres años por 145 expertos de 50 países y con colaboraciones de otros 310 especialistas más. Es uno de los más amplios realizados a escala mundial y el primero que analiza la situación de la biodiversidad desde 2005. Todavía no ha sido publicado en su edición completa pero el resumen de las conclusiones, aprobadas tras una reunión de una semana de la IPBES -organismo independiente impulsado por la ONU- no es muy halagüeño.

Una situación insostenible

Un millón de los ocho millones de especies existentes está amenazado de extinción. Un ritmo que se está viendo acelerado en las últimas cuatro décadas, con un aumento del riesgo de la extinción total de especies. “La velocidad de extinción es centenares de veces mayor que la natural”, según Leadley.

Desde el siglo XVI, al menos 690 especies vertebradas han sido llevadas a la extinción y más del 9% de todos los mamíferos domesticados usados para alimentación y agricultura se habían extinguido en el año 2016. Pero al menos 1.000 más están todavía amenazados, constata el informe. Asimismo, el 40% de las especies anfibias, casi un tercio de los arrecifes coralinos, tiburones y otras especies, así como más de un tercio de los mamíferos marinos están amenazados. En el caso de los insectos, hablan de un aproximado 10% de especies en peligro de extinción. Las consecuencias son enormes para el ser humano. “El declive constatado de los polinizadores tiene efectos potencialmente muy negativos sobre la polinización de frutas y legumbres, o para el chocolate o el café”, han confirmado los autores. Todos nos veremos afectados por estas circunstancias.

¿Estamos a tiempo?

Ante esta pregunta, la respuesta es “sí”. Pero nadie dice que sea fácil. Según Ladley, ello requerirá de “una transformación de nuestro modo de desarrollo” con una implicación a todos los niveles. “Nuestro saber local, indígena y científico está demostrando que tenemos soluciones, así que basta de excusas, tenemos que vivir de manera diferente en la Tierra” ha afirmado el administrador del Programa de Desarrollo de la ONU, Achim Steiner.

El presidente de IPBES ha querido, al menos, destacar la labor que están realizando algunos países, autoridades locales y empresas, así como gente joven de todo el mundo, que ya empieza a unirse a favor de un cambio por el bienestar del planeta.  Parece que, poco a poco, comenzamos a comprender la importancia que tiene nuestro ecosistema, pero eso solo es el principio de un largo recorrido que debemos realizar juntos desde todos los estamentos de la sociedad si queremos frenar a tiempo una situación insostenible.