Los ornitólogos lo tienen claro. Si el escribano palustre continúa en esta tendencia, desaparecerá de la tierra en el año 2023. Según el último censo, ya solo sobreviven 110 parejas.
Escribano palustre | PIXABAY
Viven todo el año en sus territorios al oeste de la península Ibérica, y se alimentan de arañas, insectos y semillas. El último censo revela que ya solo quedan 110 parejas de estos pájaros, los escribanos palustres iberoccidentales (Emberiza schoeniclus lusitanica), sobre la faz de la tierra.
El 18% permanecen en Galicia, al norte de España, y el resto, en Portugal. Han ido desapareciendo en los últimos años de las demás comunidades de la cornisa Cantábrica.
Los grupos ecologistas llevan tiempo anunciando el que parece será el final de esta pequeña ave que no mide más de 15 centímetros. Desde 2005, se han perdido cinco de cada seis de las parejas de estos pájaros cantores, y calculan que, a este ritmo, su melódico trino dejará de oírse definitivamente en cuatro años.
La revista científica Braña, publicada por la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN), ha difundido un censo exhaustivo realizado por siete ornitólogos. Los datos revelan que en los últimos 13 años el escribano palustre iberoccidental "perdió el 71% de su población". Adiós a las localidades de cría más habituales para estas aves. Ya no sobreviven más de 20 parejas reproductoras en toda Galicia.
La supervivencia en juego
En primavera de 2005, SEO-BirdLife coordinó un censo en toda España en el que se estimó que la población mundial de estos pájaros no sobrepasaba las 600 parejas.
Preocupante la cifra del siguiente estudio realizado por la misma entidad, pero en 2015. Las posibilidades de supervivencia se quebraban: el escribano palustre iberoriental había reducido sus individuos a la mitad. El desplome del iberoccidental era aún más preocupante, al desaparecer de Euskadi, Cantabria y Asturias y no hallarse tampoco en varios humedales gallegos que anteriormente eran su hogar habitual.
Los ornitólogos recuerdan que el destino del pequeño escribano va vinculado a la conservación (o destrucción) de humedales y de las prácticas agrícolas. La intensificación y el uso de plaguicidas, además, lo dejan sin alimento.
La SGHN denuncia que la subespecie que en España ya solo tiene su pequeño reducto en el noroeste "es un ejemplo extremo del abandono" que sufren los animales más vulnerables. Desde 2007 figura en el Catálogo Gallego de Especies Amenazadas, pero "hubo que esperar hasta 2013 para que la Xunta aprobase un plan de recuperación que nunca se llegó a aplicar".
Y mientras la supervivencia de esta especie llega a su fin, las autoridades continúan sin tomar decisiones al respecto.
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