Son los grandes olvidados. Vistos meramente como objetos imprescindibles para nuestro sistema alimenticio, los animales de granja pasan con pena y poca gloria por la vida, hacinados en pequeños espacios o jaulas, explotados, muchos de ellos sin ver la luz del sol. Quizás esperando una segunda oportunidad que ni saben posible y que, en la mayoría de los casos, nunca llega.
Por suerte, las últimas generaciones de gallinas, vacas, cerdos, ovejas o burros, entre otros, están encontrando en España una sociedad que, poco a poco, se va concienciando de la problemática que suponen los sistemas de producción de alimentos tal como los entendemos ahora. Están lidiando con autoridades que, gracias a la presión social, cada vez tienen más en cuenta su bienestar y el de sus congéneres.
Sí, si eres animalista y estás leyendo esto, lo sé. Queda mucho por recorrer, mucho trabajo por hacer, pero no olvidemos que todo camino de mil millas comienza con un solo paso.
Para lograr que los animales de granja alcancen una mayor visibilidad y mejoren sus condiciones de vida, han surgido en los últimos años distintas organizaciones. Entre ellas está la Fundación Santuario Gaia, una de las principales abanderadas de la alimentación vegana en nuestro país.
Sus hordas de fieles seguidores los acompañan en cada decisión, en cada rescate, en cada despedida. Y lo hacen de forma virtual, a través de las redes sociales, las vías que les han permitido llegar más y más lejos, cruzar los océanos, y hacerse un hueco en el día a día de cientos de miles de personas que quieren conocer cómo actúan, reaccionan o sienten estos animales a los que nadie permite aspirar a ser algo más que un plato de comida caliente.
Mediante su trabajo diario, podemos comprobar que los animales de granja sienten y padecen, que son inteligentes, con una memoria encomiable. Que, aunque carezcan de la razón que a los seres humanos parece hacernos superiores, poseen otros sentidos que podrían, por qué no, ser incluso más necesarios en los tiempos que corren.
¿Sabías que el cerdo es una de las especies más inteligentes que existen? ¿O que las vacas son sensitivas y su humor se ve afectado por la llegada de las tormentas? La gallinas pueden recordar hasta 200 rostros a lo largo de su vida (siempre y cuando alcance a verlos, claro), y el burro, por su parte, es mucho más valiente y curioso que su primo el caballo.
A todos ellos les gusta vivir en grupo y entienden la suya como una familia. Igual que tú.
“En la actualidad, contamos con más de 500 animales de granja que proceden de situaciones de abandono o maltrato”, nos relatan desde Fundación Santuario Gaia, un equipo de profesionales que lleva trabajando una década rescatando y ofreciendo un hogar a estos ejemplares, y con el que hemos podido hablar en nuestra sección en el programa 'No son horas verano', de Onda Cero. El Santuario Gaia comenzó su ardua labor con llamadas de particulares que habían encontrado ovejas, vacas, cabras o gallinas abandonadas o malheridas. Hoy se han convertido en un pilar fundamental para las autoridades.
“Hemos comprobado una mejora en la relación con las autoridades en los últimos años, que nos tienen más en cuenta. Antes, con cualquier animal de granja abandonado, el destino directo era el matadero, pero ahora nos llaman a nosotros para que les demos una segunda oportunidad”, nos explica uno de sus fundadores.
A través de sus perfiles de Facebook o Instagram hemos conocido cientos de rescates, como el de Martina, una burra maltratada y enferma que llegó en condiciones deplorables. Nadie daba un duro por ella pero, un año y medio después, las imágenes nos muestran que es feliz.
La concienciación sobre cómo son realmente los animales de granja es la parte fundamental de su trabajo. Desde el Santuario Gaia aseguran que, a diferencia de lo que se nos ha hecho creer, no existe tal diferencia entre los perros o gatos y los cerdos, las vacas o los patos.
“Siempre los hemos visto explotados y encerrados en granjas por lo que nunca hemos comprobado cuáles son sus verdaderas características. En nuestro santuario están en semilibertad y pueden expresar y desarrollar su personalidad, por lo que mostramos cómo se comportan a través de las redes sociales”. Y se comportan como auténticos animales de compañía.
“Los cerdos pueden aprender incluso más cosas que los perros. Las gallinas, por ejemplo, son las grandes desconocidas porque creemos que no interactúan con los humanos, pero no es así: les gusta estar con nosotros y conectar con otras especies. Sabemos que sorprende mucho que un cerdo parezca que te hable, que te pida mimos o caricias, pero lo hacen”.
En Fundación Santuario Gaia tienen más de 500 animales de granja
Y es cuando surge el interrogante. ¿Por qué nos echamos las manos a la cabeza cuando pensamos en el consumo de carne de perro, pero ni reflexionamos sobre los millones de animales de granja que mueren al año ni en qué condiciones lo hacen? Las creencias preestablecidas son la respuesta. Ahora, es el momento de concienciar sobre la realidad de estos otros animales, los que nadie tiene en cuenta, salvo cuando llega la hora de comer.
Y sí, hemos de ser conscientes de que, como seres vivos y depredadores, formamos parte de una cadena alimenticia, pero, en la actualidad, ¿a qué precio?
Nos consideramos superiores por ser animales racionales, aunque estamos a un telediario de distancia de percatarnos de que precisamente tampoco actuamos como tal. No asumimos que dependemos del medio, del entorno, del resto de seres vivos, de animales y plantas. Del suelo que nos da cobijo.
¿Estamos tratando todo ello como se esperaría de la única especie racional que habita este planeta?
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