Las madres son los ejes fundamentales para la supervivencia de las especies. Sin ellas, ninguno de nosotros estaríamos aquí. Sin embargo, cada animal vive la maternidad de una forma única y especial, aunque con muchos pilares en común. Si buceamos por las profundidades del océano, nos encontraremos con una de las mejores matriarcas del mundo animal: la orca.
Conocida también -injustamente-, como ballena asesina, la orca matriarca memoriza durante su vida un singular manual de supervivencia para su familia, conservando el conocimiento sorbe rutas e islas y, sobre sobre, de aquellos rincones donde se concentran sus principales presas: los salones.
De ella depende toda su familia, que se traslada siguiendo sus pasos. Unos "pasos" capaces de llevar a recorrer hasta 120 kilómetros al día.
Según los expertos, las orcas son de los pocos mamíferos, junto con el ser humano y los calderones tropicales, que padecen la menopausia. Dejan de tener crías alrededor de los 40 años, pero pueden sobrevivir más del doble de ese tiempo sin necesidad de reproducirse.
Madres e indispensables
Pero estas ballenas no viven décadas limitándose a esperar su fallecimiento, sino que lo hacen para guiar a sus hijos y nietos en el arduo camino de la vida. De hecho, las hembras de los calderones tropicales pueden producir leche hasta 15 años después de su último parto.
Las orcas hembra actúan como matronas cuando sus familiares dan a luz. Ayudan a empujar a un recién nacido a la superficie para que respire por primera vez. Incluso en el mar, hace falta toda una comunidad.
Las orcas son tan fundamentales para la supervivencia de sus hijos, que cuando muere una anciana, su descendencia adulta empieza a fallecer, sobre todo los hijos. Cuando mueren sus madres, las orcas macho mayores de 30 años tienen tasas de mortalidad ocho veces superiores a las de los coetáneos del grupo cuyas madres siguen con vida.
Esto podría deberse a que la cantidad de alimento exigida por el inmenso tamaño de esta especie hace dependientes a los adultos de sus madres trabajadoras, que comparten con su descendencia la mitad de sus capturas.
Las orcas son, como vemos, unas madres luchadoras y abnegadas. Sin su presencia y comportamiento, la supervivencia de la especie sería inviable. Hecho que se repite, de un modo u otro, con todas las madres. Una muestra más que nos hace reflexionar sobre lo esencial de la función de la progenitora para nuestro presente y futuro.
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