La Policía Nacional y la Policía Municipal iniciaron esta operación hace dos años, y en ella finalmente han requisado 49 especies de animales salvajes, que van desde primates, hasta leopardos, pasando por osos y cocodrilos, así como otras 132 piezas de marfil.
El empresario ha asegurado que muchos de estos ejemplares los capturó antes de la creación del convenio CITES (en 1973, aunque entró en vigor en 1975 y España se adhirió en el año 1986), de protección de flora y fauna. Por ello, para intentar defenderse, ha estado recopilando toda la documentación durante un año. Sin embargo, los ejemplares mencionados han sido incautados y trasladados a los almacenes del Museo Nacional de Ciencias naturales. Ahora, el doctor está siendo investigado por presuntos delitos contra la flora y la fauna y de contrabando.
Esta operación arrancó hace dos años. Dos policías municipales observaron en distintos artículos de prensa cómo Marcial Gómez Sequeira hablaba de su colección, mientras posaba con los animales en su peculiar exposición privada.
Fue entonces cuando los agentes comenzaron a investigar. Vieron cómo había ejemplares protegidos por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) y comenzaron a sospechar de que podría tratarse de un presunto delito continuado de tráfico de especies protegidas.
Después de dichos artículos periodísticos, llegó la polémica: el empresario sanitario pretendía ceder estos animales para crear un museo en la provincia de Badajoz, concretamente en el Cuartel de Caballería de Olivenza. Se hablaba entonces de 1.250 ejemplares de 420 especies distintas, entre los que estaba un oso polar.
El alcalde del municipio extremeño y el propio presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara (que es primo tercero del doctor Marcial Gómez Sequeira), desecharon el proyecto después de valorarlo, pero decidieron no invertir dinero público en comprar animales disecados. La idea del coleccionista era, supuestamente, liberar a sus familiares más directos de todo ese material para que no tuvieran que hacerse cargo de él cuando falleciera. Tasó esta operación entre los 10 y los 12 millones de euros.
Las cifras son escalofriantes. Un total de 49 especímenes de animales naturalizados, cuatro colmillos de elefante, cuatro de hipopótamo y dos cuernos de rinoceronte, así como las ya mencionadas 132 piezas de marfil.
En un primer momento, los investigadores contactaron con la autoridad administrativa CITES para que determinara si entre las piezas de caza podría haber alguna incluida entre las especies de especial protección. Este hecho fue confirmado y se determinó que había un elevado número de especies protegidas entre ellos, de acuerdo con los distintos apéndices y el Reglamento 338/97 de la Comisión de la Unión Europea.
Además, el investigado carecía de muchos de los permisos y certificados obligatorios para su tenencia e importación en territorio nacional. Respecto a aquellos ejemplares para los que no se ha presentado ninguna documentación válida, el pasado día 14 de octubre se procedió a su retirada, previa autorización judicial.
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