Honey tuvo un triste final, como fueron sus últimos años en cautividad. Esta hembra de delfín mular fue capturada en su hábitat natural en 2005, en Taiji, Japón, para "vivir" bajo un estricto e insalubre cautiverio el resto de sus días. Su destino fue el Inubosaki Marine Park, al este de Tokio. Allí ha terminado su vida, en cautiva soledad, encerrada entre las cuatro paredes de una piscina que nadie visitaba.
Como tantos otros animales capturados para acabar confinados en zoos o acuarios, Honey se encontraba con su familia nadando en las aguas de Taiji cuando fue víctima de una cacería allá por el año 2005. Un trance que cambiaría por completo su vida.
La organización Dolphin Project, que denuncia y graba cada año estas terribles acciones, nos muestra el proceso. Esto es lo que tiene que ocurrir para que puedan verse espectáculos en zoos y acuarios. Cacerías salvajes como esta.
Tanto Honey como otros 46 pingüinos y centenares de peces, veían pasar sus días en el Inubosaki Marine Park Aquarium. Cuando este acuario cerró sus puertas, el drama llegó a un punto crítico. Durante meses, estos animales fueron alimentados por un empleado, pero permanecían totalmente abandonados, en condiciones insalubres.
A pesar de que organizaciones animalistas como Dolphin Project y PETA denunciaron la urgente necesidad de poner fin al cautiverio de este delfín hembra y del resto de animales, la solución no llegó a tiempo.
Mientras la salud de Honey empeoraba, en un estado de soledad nunca recomendado para los delfines, el acuario consiguió un comprador. Y fue vendido, sí, con Honey dentro de la ecuación. Una información que confirmaba el Kaisou Health Center, encargado de "velar" por la salud de los animales del Inubosaki.
Honey, sola y abandonada en este acuario japonés | DOLPHIN PROJECT
A finales de febrero, Dolphin Project volvió a contactar con sus compañeros en Japón para intentar de nuevo comprar al delfín en un último intento de que fuese liberada en paz y con la dignidad que merecía.
Sin embargo, a principios de marzo ya parecía que nada se podría hacer por ella: Honey no iba a sobrevivir. El 29 del mismo mes, este cetáceo fallecía, dentro de las cuatro paredes de este acuario, bajo un agua turbia que impedía ver. Honey se convertía así en el icono de todos los animales que sufren en cautividad, el símbolo de quienes son obligados a vivir confinados y, además, abandonados, en incontables rincones del mundo.
Para dar una segunda oportunidad a animales como Honey que sí consiguen abandonar la cautividad con éxito, Dolphin Project ha creado el primer santuario permanente de delfines: el Bali Dolphin Sanctuary, en Banyuwedang Bay, al oeste de Bali.
Se trata del primer santuario de este tipo, dedicado exclusivamente a cuidar de delfines que han vivido en cautiverio. Para colaborar con este proyecto, puedes "adoptar" un delfín y, lo que es, si cabe, más importante: ahora que tenemos información, ahora que sabemos lo que hay detrás de esto, no apoyemos este tipo de espectáculos.
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