Los fenicios, los griegos, los Caballeros de la Orden de San Juan, los franceses de Napoleón, los británicos, o los árabes, entre otros, han llenado de vida y misterios, durante siglos, una isla que, de no ser por su estratégica ubicación, hoy probablemente seguiría siendo una roca perdida en el Mediterráneo. Después de saqueos, golpes y bombardeos, por fin, la República de Malta logró su merecida independencia en 1964, reconstruyéndose desde sus cenizas, como un país pacífico que solo busca humildemente poder cuidar de su gente. Una historia que queda reflejada en sus calles, impregnada en sus edificios y que vive, perenne, en su gente.
Viajar a esta isla no entraba en nuestros planes hasta poco antes de despegar desde el aeropuerto de Barajas. Tuvimos la suerte de poder coger un par de días libres en febrero y los vuelos directos a Malta eran los low-cost que mejor podíamos aprovechar por cuestión de horarios. Pensamos que podría ser una bonita forma de disfrutar de un San Valentín diferente y así, de la manera más improvisada, emprendimos rumbo al archipiélago maltés: una grata sorpresa para los sentidos en forma de isla, bañada por aguas cristalinas de un magnético azul.
El Pueblo de Popeye | © Beatriz Tabarés
Pongámonos en situación. Malta es un archipiélago del Mediterráneo central ubicado entre Sicilia y la costa de África del Norte. Como decía al inicio, hablamos de una enorme roca en medio del mar que apenas cuenta con recursos propios. Sin embargo, su estratégica ubicación acabó dotándola de vida, aunque también de desgracia. La isla de Malta fue víctima de uno de los asedios más devastadores de toda la Segunda Guerra Mundial.
En lo que respecta a sus recursos, la luz, por ejemplo, llega desde Sicilia, la isla más cercana, a través del agua. Una situación que, debido a la entrada masiva de turistas durante los años previos a la pandemia, produjo verdaderos problemas de abastecimiento a sus lugareños.
La Valeta desde una de sus cuestas | © Beatriz Tabarés
Una Malta histórica, amable, con un clima benévolo que nos dejó un dulce sabor de boca. Esto fue lo que paradójicamente encontramos mientras nos perdíamos por las calles de sus principales ciudades y pueblos, contemplando el turquesa de sus aguas desde sus fortificaciones. Es difícil elegir, pero creo que estos que detallo a continuación son los mejores planes para hacer en Malta en cuatro días.
La actual capital de Malta es La Valeta, una ciudad amurallada construida en el siglo XVI por la orden católica de los Caballeros de San Juan. Es muy popular por sus museos, palacios e iglesias monumentales.
Entre sus lugares de interés de estilo barroco, recomendamos la visita a la concatedral de San Juan, cuyo interior, muy opulento, alberga una de las obras maestras de Caravaggio, 'La decapitación de San Juan Bautista'. Para ver esta obra y el magnífico interior de esta concatedral, hay que pagar una entrada de 15 € por persona ó 12 € si eres estudiante y tienes algún carné que lo demuestre.
De La Valeta, al margen de recorrer sus estrechas calles y de disfrutar de un café en alguna de sus pequeñas plazas, recomiendo encarecidamente sus vistas desde los Jardines de Upper Barracca, lugar desde donde contemplar, de día y de noche, las tres ciudades y su Gran Puerto. Justo debajo de su mirador, a las 12 y a las 4 de la tarde (excepto festivos) podrás ser testigo de una curiosa tradición maltesa: uno de los cañones de Saluting Battery vuelve a cumplir su antigua función, de la mano de la una pequeña ceremonia representada con voluntarios vestidos con uniformes del siglo XIX que representan la Artillería Real de Malta. Cargan dos cañones y se dispara uno a modo de saludo.
Vistas desde los Jardines Upper Barracca | © Beatriz Tabarés
Noches iluminadas en La Valeta | © Beatriz Tabarés
Entre ocres, blancos y años de historia | © Beatriz Tabarés
Las encantadoras calles de La Valeta | © Beatriz Tabarés
Si tienes tiempo y quieres unas vistas espectaculares, aquí va nuestro secreto mejor guardado de La Valeta: tómate un refresco o aprovecha para hacer una comida o cena en la azotea de The Embassy Hotel. Desde allí podrás contemplar, a través de su piscina infinita, la mejor panorámica de la ciudad.
Vistas de La Valeta desde The Embassy Hotel | © Beatriz Tabarés
Se conocen así, como las tres ciudades, y se encuentran en la zona de La Cottonera. Esta denominación se debe al maestre Cotoner, jefe de los Caballeros de la Orden de Malta, que impulsó la construcción de las tres ciudades en el siglo XVII. Las tres se encuentran en buen estado de conservación a pesar de que fueron muy dañadas en la Segunda Guerra Mundial debido a los bombardeos. Si lo tuyo es adentrarte y navegar a pie por la Europa Barroca, este es tu rincón.
Anota en tu lista de cosas por hacer un paseo en barca maltesa desde La Valeta hasta las tres ciudades, por solo 2 €. Emprendimos nuestro corto viaje en Valetta Waterfront, al lado de un aparcamiento de pago que hay en la capital (si haces tu viaje en coche, te recomiendo aparcar ahí por 5 € las horas que necesites, y ascender a pie o mediante el ascensor Barraka Lift, que tiene un precio de solo 1 €). El camino es agradable y las vistas son una maravilla.
Llegada a Las tres ciudades en barca | © Beatriz Tabarés
Una vez llegues ahí, disfruta de una bonita caminata perdiéndote por las callejuelas de las tres ciudades, contemplando sus típicos balcones malteses, sus iglesias e incluso sus fuertes y palacios. Su paleta de colores en cremas y ocres merece una larga visita con todos los sentidos despiertos y preparados para una experiencia única.
Encanto entre adoquines | © Beatriz Tabarés
Rosa atardecer sobre los balcones malteses | © Beatriz Tabarés
Vistas desde Las tres ciudades | © Beatriz Tabarés
Es conocida como la Ciudad del Silencio y, después de habernos adentrado por sus rincones, sabemos que esta denominación no es casualidad. Mdina es una ciudad medieval amurallada fundada en torno al año 700 a.C. Fue capital de Malta durante mucho tiempo, un sitio perfecto para su protección por hallarse lejos de la costa.
La mayoría de sus edificios son de arquitectura barroca e inspiran tiempos pasados, con pequeños palacios privados de la época, varias iglesias y plazas con estilo propio. Por sus silenciosas y estrechas vías te toparás con alguna tienda de artesanía típica.
Mdina, la ciudad silenciosa | © Beatriz Tabarés
La Laguna Azul es el paraíso maltés por excelencia. Un espacio de aguas cristalinas escondido entre Malta y Gozo del que puedes disfrutar si coges un ferry en la ciudad de Cirkewwa (noroeste de Malta) o en Mgarr (isla de Gozo). El trayecto dura unos 20 minutos, y su precio es de entre 5 y 10 € ida y vuelta.
En febrero, el mar amanecía un tanto agresivo, por lo que no pudimos realizar esta excursión, que queda en nuestra lista de pendientes como excusa perfecta para regresar a Malta más pronto que tarde.
Consejo viajero: consulta los horarios antes de ir porque, en función de la época, los ferries saldrán con mayor o menor frecuencia. Es una excursión prevista para darse un baño, así que es preferible hacerla cuando el tiempo acompañe.
Si bien la visita a Gozo no es un imprescindible, esta pequeña isla del archipiélago maltés merece que le dediques una jornada si viajas a Malta durante cuatro o cinco días. Nosotros lo hicimos llegando en ferry, coche incluido. Desde allí, condujimos hasta la Ciudadela de Victoria, un lugar privilegiado con vistas de la isla de Gozo.
La historia de la Ciudadela se remonta a tiempos neolíticos, pero la mayoría de sus edificios fueron construidos en la Edad Media. Perderte por sus vías es sinónimo de autenticidad. Aprovecha para hacer una visita a la Catedral de Santa María, alejada de la ciudad, o al Palacio Obispal. También te recomendamos, más allá de la Ciudadela, que te pases por la Basílica del Santuario Nacional de la Virgen de Ta 'Pinu.
La Ciudadela de Victoria, en Gozo | © Beatriz Tabarés
Los templos megalíticos forman parte de la historia de esta isla. Aunque la mayoría se encuentran en la isla principal, los templos de Ggantija son, dicen, los más bonitos de todos, y escribo "dicen" porque nosotros nos saltamos esta parada. Estos templos, cuyo nombre significa «torres gigantes» reflejando la grandeza del lugar, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En ellos, con muros de hasta 6 metros de altura, se adoraba a la diosa madre ya hace más de 5.000 años.
Basílica del Santuario Nacional de la Virgen de Ta ‘Pinu a vista de dron | © B. Tabarés
Un escenario dulce de película en un paraje paradisíaco. Así definiría al pueblo de Popeye, la parada que más nos sorprendió de Malta, por lo bonito y curioso, así como por la belleza del enclave. Está ubicado en Anchor Bay o Bahía del Ancla, al norte de la isla.
Nació como plató cinematográfico para la película Popeye realizada por Robert Altman y protagonizada por Robin Williams en 1980, basada en el famoso cómic de E.C. Segar. Este escenario, creado por Paramount Pictures y Walt Disney Productions, acabó transformado en un museo al aire libre y pequeño parque de atracciones que desemboca en una cala de agua turquesa que nada envidia al Caribe.
Tal es el original encanto de este rincón maltés, que recientemente el blog Road Affair ha calificado el Pueblo de Popeye como "Pueblo más bonito del mundo". ¡Ahí es nada!
Pueblo de Popeye | © Juan Castelblanque
Vistas del Pueblo de Popeye | © Beatriz Tabarés
Barquitas de colores visten las aguas en calma del puerto de Marsaxlok, un tradicional pueblo de pescadores de Malta. Y no son unas barcas normales: Marsaxlok es famoso porque de allí provienen las famosas góndolas utilizadas para la pesca en todo el archipiélago, conocidas como Luzzu.
Todos los domingos este pueblo se convierte en el mercado del pescado de Malta. Los pescadores llegan de madrugada portando los tesoros marinos que han podido atrapar durante la noche para ofrecerlos a sus clientes cuando todavía portan la frescura del mar.
Marsaxlok, el pueblo pesquero maltés | © Beatriz Tabarés
Muy cerca de este pueblo se encuentra uno de los sitios más "instagrameables" de Malta: St. Peters Pool, una piscina marina de azul turquesa ubicada entre acantilados que se ha convertido en un gran reclamo turístico. No demasiado lejos, puedes bucear por aguas cristalinas en Il-Kalanka, menos masificada y visualmente espectacular. Los amantes del buceo tienen en Malta un diamante en bruto perfecto para pulir.
St. Peter's Pool | © Beatriz Tabarés
La vida se abre paso entre las rocas | © Beatriz Tabarés
Nosotros nos alojamos en San Julián, una de las zonas costeras más turísticas de Malta. No es especialmente bonita, ya que cuenta con muchas construcciones hoteleras nuevas creadas para poder albergar al turismo masivo que llega, especialmente en verano, desde que Malta empezó a darse a conocer como destino ideal de verano por sus aguas cristalinas y su festiva vida nocturna.
De todos modos, en San Julián podéis disfrutar de un bonito paseo marítimo hasta llegar a su enclave más conocido, la Iglesia de Nuestra Señora del Monte Carmelo, la más importante de la zona. Si sois fans de la noche, San Julián es lo que estáis buscando.
Sin embargo, nosotros habríamos preferido alojarnos en La Valeta, capital actual de Malta. Finalmente, descartamos esta opción porque sus mejores hoteles o apartamentos eran bastante caros, pero la próxima vez, si preparamos el viaje con más tiempo, nos alojaremos en la capital. Nosotros siempre reservamos con Booking.
St. Julian's, ciudad costera | © Beatriz Tabarés
Malta es una isla llena de vida | © Beatriz Tabarés
Y así es Malta, una isla que te llega. Mucho más que el típico destino de verano, aunque también pueda presumir de sus bondades estivales que nada tienen que envidiar a otros rincones más cotizados. Malta es historia viva, humildad y fuerza; una isla capaz de resurgir de sus cenizas para volver a echar a volar, como ya hiciera el ave Fénix, viviendo cada día con esperanza, intentando no mirar atrás.
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ISLA DE MALTApublicada el ( 4 ene 2023 ) por JOSE RAMON VALENTINES |
PRECIOSA.OJALA PUDIERA CONOCERLA EN MI 50 ANIVERSARI DE BODA. |
Magiapublicada el ( 28 feb 2022 ) por Maria Teresa |
Leyendo esas líneas dan ganas de estar allí sin pensarlo |