Desde que se decretó el estado de alarma, Burrolandia cerró sus puertas. Dentro de ellas quedan cientos de animales cuya supervivencia corre a cargo de las donaciones de particulares y colaboradores que apenas pueden ahora ejercer sus funciones ni poner ese granito de arena que ha logrado, durante décadas, mover montañas.
En esta protectora sin ánimo de lucro, como en muchas otras, luchan cada día confiando en que su empeño mantenga con vida a estos entrañables burros cuya existencia depende únicamente de ellos. Animales abandonados como juguetes rotos que tuvieron la fortuna de recibir una segunda oportunidad.
Ahora, solos, sin ayudas y a puerta cerrada, sus responsables no pueden con todo y son preocupación de nadie. Los grandes olvidados en tiempos de Covid.
Un pequeño burro de Burrolandia | BURROLANDIA
Desde su más tierna infancia, los burros fueron compañeros de batalla de Dilfenio, hijo de arrieros. Dilfenio ha convivido con ellos, siendo testigo en primera fila de su devenir. Con el paso del tiempo, los burros salieron perdiendo. Dejaron de ser pieza necesaria del engranaje que antes les mantenía con vida. Ya no eran útiles. Perdieron valor.
Fue entonces cuando Dilfenio estableció la meta que le ha traído hasta aquí: devolver a estos animales el esfuerzo que recibió de ellos durante su infancia. "Ya era el momento de que el hombre compensara al burro por su trabajo", asegura.
Se puso manos a la obra y nació la Asociación Amigos del Burro, fundada en 1996. Lo que hoy, ya anclados en el 2020, conocemos como Burrolandia.
Haga frío o calor, no faltan ni un día a su cita con sus burros | BURROLANDIA
En la actualidad, unos cuantos años más tarde, Dilfenio sigue presidiendo esta protectora sin ánimo de lucro cuyo objetivo prioritario es evitar la extinción del burro y luchar por su bienestar. Una batalla difícil de ganar cuando cuentas con casi 200 animales en tu haber y una pandemia global te obliga a cerrar tus puertas.
Las visitas, aunque gratuitas, son una de sus principales vías de subsistencia, ya que les permite poner a la venta merchandising gracias al que obtienen fondos para mantener a estos animales. El voluntariado, ahora muy limitado por la prohibición de desplazamientos, es lo que daba alas a su actividad. Los alimentos que portaban algunos colaboradores no llegan. "Estamos viviendo de nuestras reservas", confiesa a este diario Patricia, portavoz de la asociación.
Un niño pequeño disfruta con un burro | BURROLANDIA
"Ahora los grandes animales no existen"
Mantener en buenas condiciones higienico-sanitarias a tantos animales no es asunto sencillo. Supone un elevado coste al que hay que continuar haciendo frente. "A parte del personal que tenemos contratado para el mantenimiento de los animales, nosotros nos vemos en la obligación de acudir habitualmente. Nos vemos un tanto desamparados. Parece que ahora los grandes animales no existen", explican desde Burrolandia.
Desde el inicio del confinamiento, al no poder abrir los domingos, "las ayudas se han reducido en 95%", nos confirma Patricia. Es por ello que realizan un llamamiento a las autoridades y a la población para que, en la medida de lo posible en esta situación crítica, nos animemos a arrimar el hombro.
Aunque las administraciones como la Comunidad de Madrid o el Ayuntamiento de Madrid sí han pedido ayuda en su momento a Burrolandia para hacerse cargo de otros animales abandonados, esta protectora actualmente no recibe apoyo de ningún gobierno.
"La asociación no recibe ayuda alguna. Socialmente no tenemos la visibilidad que puedan tener canes o felinos a ojos de la administración", detalla Patricia, quien espera que las autoridades puedan echarles una mano en el futuro: "Hemos colaborado acogiendo e incluso siendo custodia judicial de animales y esperamos que en el futuro la colaboración pueda ser recíproca".
BURROLANDIA
¿Avalancha de abandonos?
Desde Burrolandia han confirmado a este digital su preocupación por los animales que ahora puedan estar padeciendo malos tratos sin obtener visibilidad. "En este último mes, no hemos recibido nuevos animales. Parece que en estos tiempos nadie se acuerda de los animales que puedan estar sufriendo", lamenta.
Desde Burrolandia confían en que, una vez pasado el confinamiento, no se produzca una avalancha de animales abandonados u olvidados por sus propietarios que, debido al aislamiento, no estén saliendo a la luz.
Los burros nos necesitan
En Burrolandia, además de burros, habitan otros animales como tortugas, gallinas, ovejas, cabras, una vaca y otras especies. Con el paso de los años, y aún teniendo un origen modesto y humilde, esta pequeña asociación se ha transformado en un Arca de Noé abanderado por los entrañables asnos que tanto bien hicieron a nuestra sociedad hace décadas.
Los animales conviven en armonía gracias a esta protectora | BURROLANDIA
Durante estas semanas requieren de nuestro apoyo para mantener esta labor. Podemos hacerlo apadrinando alguno de sus burros, o mediante Teaming, por 1€ al mes que les llega íntegro, libre de comisiones. Si apadrinamos un animal, a cambio de una donación mensual adaptada, recibiremos el certificado correspondiente y podremos acudir a visitarlo y mimarlo siempre que lo deseemos.
Burrolandia requiere de la colaboración de todos para mantenerse a flote y, si bien no podemos acudir a visitar sus instalaciones durante estas semanas de aislamiento, sí es posible que nos sumemos a la causa. Si bien nosotros pudimos contar con ellos, con los burros, ahora es nuestro turno: son ellos los que nos necesitan.
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Pues si estos son amigos...publicada el ( 28 abr 2020 ) por FLora |
Muy amigos del burro no deben ser, puesto que los "prestan" a gente, luego los vuelven a recuperar (como si de objetos se tratasen), y encima los utilizan para tirar de carros, como si eso hiciese feliz a los burros. Mejor dar dinero a los verdaderos santuarios de animales, en los que cada animal es considerado como un individuo, sin clasificarlos por "razas" (como si su carácter dependiera de ello), y sin utilizarlos para hacer cosas que no son apropiadas (un burro "salvaje" jamás querría tirar de un carro) |