Sin comida y encadenados durante horas infinitas. Así es como viven en Tailandia los elefantes dedicados al turismo durante estas semanas de aislamiento por coronavirus. Los expertos alertan: sus propietarios ya no pueden mantenerlos.
Un ejemplo del maltrato que padecen los elefantes: Tikiri murió por desnutrición
En su vida diaria, los 2 000 paquidermos destinados a satisfacer los gustos de los turistas en Tailandia permanecen obligados a hacer trucos imposibles para el entretenimiento ajeno o a caminar portando a parejas o familias que así lo desean. Métodos abusivos están detrás de estas prácticas.
Pero ahora, su situación, si cabe, se complica más. Con el turismo global paralizado por el COVID-19, sus dueños son incapaces de mantener a estos elefantes, que necesitan una ingesta diaria de 300kg de comida.
Conservacionistas y defensores de los paquidermos hacen un llamamiento y alertan de que el hambre y nuevos métodos de explotación están apareciendo.
Aproximadamente unos 2 000 elefantes están ahora mismo "desempleados" mientras el nuevo coronavirus destroza la industria turística de Tailandia, ha explicado Theerapat Trungprakan, presidente de la Asociación Thai Elephant Alliance.
La falta de dinero está limitando la disponibilidad de comida rica en fibras para los elefantes, "que tendrá consecuencias físicas". El presupuesto para los cuidadores de estos animales se ha reducido en un 70%.
Ahora, los expertos temen que pronto los elefantes vuelvan a ser utilizados para transportar madera, hecho que se prohibió mediante ley hace 30 años. También que tengan que ser obligados a pedir en las calles.
Un capítulo más para la amplia historia de abusos y malos tratos que padecen estos inteligentes animales debido al turismo abusivo. Compartimos este vídeo publicado en 2018 por PETA Latino en el que podemos ver una muy reducida parte del maltrato que sufren estos animales.
La población china constituye el principal bloque de turismo que recibe Tailandia, por lo que la caída de visitantes se viene produciendo desde febrero, cuando China cerró las fronteras tras confirmar la existencia de la epidemia.
"Estamos en un punto crítico", ha explicado Saengduean Chailert, dueña del Elephant Nature Park. En su santuario, donde conviven 80 ejemplares rescatados, solo permiten a los visitantes observar a estos animales, una filosofía contraria a la que defienden quienes obligan a estos elefantes a realizar trucos imposibles o a pasear a los turistas.
Chailert ha organizado una recogida de fondos para alimentar a los elefantes en 50 campamentos de todo el país. Su principal miedo es que ahora las únicas soluciones pasen por morir de hambre, ser vendidos a los zoos u obligados a transportar y talar árboles.
Además, los animales están, en muchos casos, atados con cadenas, sin apenas espacio para habitar, lo que supondrá movimientos bruscos y dolencias que no podrán curar por la falta de presupuesto, tal como recoge AFP. ¿Qué futuro deparará a estos elefantes "turísticos"?
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