Flopy, un inolvidable conejo Belier que parecía un can

Nuestro protagonista de hoy es Flopy, el conejo Belier de nuestra amiga Saray Franganillo, que compartió con ella seis años de vida. Tiempo después de su pérdida, Saray asegura que dar cobijo a este animal tan especial es lo mejor que ha hecho jamás.

Flopy llegó a casa de Saray por un triste motivo. Ella se "enamoró" de un conejito de color blanco que vió en una tienda, y no se lo pensó dos veces para llevarle a su hogar. Por desgracia, a las pocas horas sufrió un infarto y falleció. Nadie supo la razón, pero esto destrozó a Saray. Nunca ha estado a favor de la compra de animales, pero al verlos allí, encerrados, deseaba acoger a todos en su casa. Por ello, cuando en el establecimiento le ofrecieron otro conejo, no se lo pensó dos veces, y así fue como Flopy se convirtió en su compañero ideal.

Flopy recién llegado a su nuevo hogar | Copyright: Dakari Diario Animal

"Flopy era un conejo fuerte y dinámico, con mucha energía", nos cuenta Saray, que no pasa un solo día sin recordar a su gran amigo orejón. Los conejos Belier tienen su origen como raza en Holanda, y sus principales características son su tamaño, que suele ser más reducido que el de otras especies de conejos, y sus grandes orejas, que arrastran por el suelo. ¡Son simplemente adorables! Su "mamá" nos explica que pasaba el día suelto, corriendo por la casa, excepto en las noches, ¡porque era imposible dormir con tanto escándalo!

Flopy y el perro de su familia, Coki, a quien ya conocemos en Dakari Diario Animal, salían de paseo juntos y jugaban en compañía. ¡Increíble, pero cierto! Coki era su gran defensor ante cualquier otro can que intentase acercarse a su hermano conejo. "¡No sin mi Flopy!", pensaría. Era tal la complicidad que existía entre Flopy y Coki, que nuestro V.I.P. de la semana se comportaba a veces como un auténtico perro. "Si llegaba un día triste a casa, Flopy lo sabía y se me acercaba y me lamía, como dándome besitos", asegura Saray. ¡Qué tierno! Además, este súper conejo se portaba muy bien en casa, y hacía sus cosas en una caja, ¡igual que un gato!

Por desgracia, años después, y con una maravillosa vida a su espalda, Flopy contrajo el e-coli y enfermó. Después de un tratamiento duro y costoso que se prolongó durante dos meses, y tras verle sufrir noche tras noche, la familia tuvo que tomar la decisión más dolorosa: el sacrificio. "Para mí era como un hijo y esta fue una de las decisiones más duras que he tomado en mi vida, pero no podía seguir viéndole así, estaba destrozado y no había cura posible", nos confiesa muy apenada Saray. 

Flopy siempre estará a su lado, y ahora seguro que campa a sus anchas por esos prados que tanto le gustaba recorrer, vigilando, de cerca, a su querida familia. ¡Gracias por compartir con nosotros vuestra linda historia, Saray! Flopy es y será siempre todo un V.I.P. para nosotros.

Saray y Flopy, siempre juntos | Copyright: Dakari Diario Animal

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