¿Cómo es el realmente el pangolín?
La carne de este peculiar mamífero es un manjar en China, hecho por el que está amenazado de extinción
Su carne sólo puede conseguirse por la vía ilegal, como ocurre en países como Tailandia. Sus escamas defensivas dicen que tienen propiedades curativas. El pangolín es objetivo de ventas ilegales, llega a los platos de muchos ciudadanos chinos y está en peligro de extinción. Este extraño mamífero ha copado toda la atención internacional ya que aseguraban que podía ser el huésped transmisor del coronavirus. Los resultados han rechazado esta opción.
Cría de pangolín | EL CONFIDENCIAL
Los pangolines finalmente no son los "huéspedes intermediarios" del coronavirus de Wuhan. Una infección por la que nos encontramos en estado de emergencia a nivel global y que ha dejado ya a su paso miles de muertes, también en España.
La pregunta sigue siendo la misma: ¿Cuál fue el origen? Se barajó la opción del pangolín en un primer estudio en poca profundidad, pero esta alternativa ha sido descartada.
¿Qué sabemos del pangolín?
Se trata de un mamífero muy peculiar, el único que tiene escamas defensivas. Su carne se considera un manjar en China, por lo que numerosos ejemplares vivos se venden de forma ilegal en países como Tailandia.
Además, los curanderos del país ponen en valor sus escamas, que configuran una coraza defensiva para estos animales. En algunas zonas de Asia y Africa están catalogados como "en peligro de extinción".
Cuando se sienten en peligro se encogen formando una bola. Su principal alimento está configurado por hormigas y termitas que consumen gracias a su larga y pegajosa lengua.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) las cataloga entre vulnerables y en peligro crítico de extinción debido a la caza furtiva y el comercio ilegal.
Es el mamífero salvaje más comercializado ilegalmente en el planeta. La IUCN ha denunciado que cada cinco minutos desaparece un pangolín de la naturaleza.
En China creen que su carne actúa como remedio contra enfermedades de la piel, artritis o trastornos de la menstruación. La ley castiga su venta hasta con 10 años de prisión, pero eso no ha detenido su comercialización.
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