El Gobierno de Botsuana abre de nuevo la veda para cazar elefantes. Después de un año sin disparos autorizados contra los paquidermos debido a la pandemia de la COVID-19, desde el 6 de abril y hasta septiembre se podrán abatir de forma legal un total de 287 ejemplares.
Por ahora, las licencias de caza en vigor corresponden a las 187 suspendidas temporalmente en 2020 por la pandemia y 100 nuevas obtenidas en el presente ejercicio.
Botsuana prohibió la caza de elefantes en 2014 pero volvió a autorizar esta actividad, de forma limitada, en 2019 por la presión de agricultores que se ven afectados por la entrada de estos animales en los cultivos, así como por el sector del turismo y el de la caza deportiva.
Las autoridades de Botsuana no han indicado todavía si se establecerán medidas de control especiales por el riesgo de contagio de la COVID-19 para los visitantes extranjeros que pretendan practicar la caza de elefantes.
La Asociación de Productores de Vida Silvestre de Botswana (BWPA), que reúne a los profesionales de la caza, dio la bienvenida a la recuperación y aseguró que permitiría a las comunidades locales recuperar ingresos, destaca una crónica de AFP firmada el 6 de abril en Gaborone, capital de Botsuana.
Los organizadores de safaris y el gobierno argumentan que la caza controlada de elefantes ayuda a mantener estable la población de estos animales y que una parte de las elevadas sumas que pagan por ello los cazadores se destinan a ayudar a las comunidades humanas locales.
Sin embargo, las voces críticas con los permisos de caza rechazan estos argumentos. El conservacionista Map Ives cuestiona cómo se establecen las cuotas de caza y duda de que se basen en una evidencia científica.
La población de elefantes en Botsuana se sitúa en los 130.000 ejemplares pero la situación de los paquidermos se debe ver en un contexto global de amenaza, según los conservacionistas.
De hecho, desde enero se han contabilizado en Botsuana medio centenar de elefantes muertos por causas que no han sido aclaradas. Expertos apuntan que podría tratarse de un nuevo caso de muerte masiva por envenenamiento, contaminación de las aguas o proliferación de alguna toxina.
Recientemente, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha introducido en la Lista Roja al elefante africano de la sabana (Loxodonta africana) en la clasificación de "en peligro", mientras que elefante africano de bosque o elefante de selva africano (Loxodonta cyclotis) se considera en amenaza "crítica".
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