Sudan ha muerto y con él desaparece el último macho de rinoceronte blanco del norte que quedaba sobre la tierra. Esta subespecie del norte tiene un triste futuro, puesto que ya solo quedan con vida dos hembras, Najin, hija de Sudan, y Fatu, su nieta. Las dos permanecen en la reserva natural keniana de Ol Pejeta, donde vivía desde 2009 el que pasará a la historia como el último rinoceronte blanco del norte macho auténtico. Solo queda de él una última esperanza, su semen, con el que los especialistas intentarán inseminar a su propia descendencia con la única meta de evitar que esta subespecie se extinga.
Sudan, el último rinoceronte blanco del norte.
En los últimos meses ya nos habían llegado noticias del empeoramiento del estado de salud de Sudan, a sus ya 45 años de edad. El animal no lograba recuperarse de la infección que sufría en su pata derecha. "Su enfermedad empeoró y era incapaz de ponerse de pie y lo estaba pasando muy mal", ha informado la reserva Ol Pejeta. El equipo de este recinto natural, junto al del veterinario del zoológico checo Dvur Králové y al Servicio de Conservación de la Fauna keniana (KWS), decidieron someterlo ayer a eutanasia.
Sudan será recordado por su memorable vida, ha explicado la reserva. En los años 70 consiguió sobrevivir a la extinción de su especie y fue trasladado al zoológico Dvur Králové, en la República Checa. Al final de su vida consiguió volver a África, a la reserva natural situada en Laikipia, en el centro-oeste de Kenia, rincón en el que ha fallecido.
Pero la popularidad de Sudan llegó de la forma más curiosa: con una campaña realizada en la red social Tinder por los responsables de Ol Pejeta para conseguir los 9 millones de dólares necesarios para desarrollar las técnicas de fertilización asistida válida para estos animales.
"Soy único. Soy el último rinoceronte blanco macho en el planeta Tierra. No quiero parecer un aprovechado, pero el destino de mi especie depende, literalmente, de mí. Actúo bajo presión. Mido 1,82 metros y peso 2.267 kilos, por si esto importa", describía en su perfil de una forma original que no pasó desapercibida para los usuarios de esta red de búsqueda de pareja.
Pero el motivo de la extinción no ha venido de forma natural, como podréis imaginar. Durante años, la caza furtiva de estos animales ha contribuido a su desaparición. Sus cuernos se pagan a precios superiores al oro en Asia por sus supuestas propiedades afrodisíacas y curativas. Un producto desgraciadamente muy codiciado.
En diciembre de 2017, un comité formado por veterinarios, ecologistas y expertos en fauna salvaje de Kenia, República Checa, Reino Unido y Sudáfrica se reunió para tratar de salvar la vida de Sudan, que ya era demasiado mayor como para aparearse de forma natural. La fecundación artificial, algo que nunca se ha intentado con rinocerontes, era y es la única esperanza.
¿Lo conseguirán o perderemos a una especie más?
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